El pueblo de Québec ha votado mayoritariamente a favor de un cambio político en las elecciones anticipadas a la Asamblea Nacional que han tenido lugar el lunes 7 de abril de 2014, en las que ha votado casi un 10% menos que en las anteriores elecciones del 4 de septiembre de 2012 (65,6% frente al 74,6%). Los electores han dado la victoria al Partido Liberal, con una mayoría absoluta de 70 escaños (de los 125 de que se compone el Parlamento) y un 41,2% de los votos emitidos (frente a los 50 escaños y 31% de los votos en las elecciones de 2012). La candidatura vencedora estaba encabezada por Philippe Couillard, un conocido profesional de la medicina que había ocupado varios cargos ministeriales en anteriores gobiernos liberales. La primera ministra, Pauline Marois, al frente del gobierno del Parti Québécois (PQ) desde su victoria en las elecciones celebradas hace dieciocho meses, ha llevado a su partido a una de las mayores derrotas jamás sufrida por el PQ y que solo encuentra precedentes en resultados de los años setenta, habiendo perdido ella misma el escaño. El partido soberanista ha obtenido 30 escaños y un 25,4% de apoyo popular. En la legislatura anterior el gobierno soberanista no ha gozado de mayoría en el Parlamento provincial (54 escaños), por lo que la premier Marois decidió convocar elecciones anticipadas a inicios de marzo de 2014. En aquel momento las encuestas electorales otorgaban a su partido una mayoría cómoda, debido en buena medida al liderazgo mostrado en la gestión de alguna crisis social vivida en Québec y, sobre todo, al impulso de la Carta de los valores, la cual perseguía erradicar del espacio público los signos religiosos visibles.
En el mes que ha durado la campaña electoral el PQ ha ido perdiendo votos en beneficio de las restantes fuerzas, sobre todo de la que ha quedado en tercer lugar, Coalition avenir Québec (“CAQ”), cuyo líder, François Legault, es un ex ministro soberanista que ya concurrió al frente de este nuevo partido en la anterior convocatoria electoral, sorprendiendo entonces como ahora por los buenos resultados logrados (22 escaños y un 23% de votos frente a los 19 escaños y un 27% de los votos hace año y medio). Dicho partido, de carácter liberal conservador, ha conseguido una fuerte implantación en la región de la capital, y ha sido capaz de atraer los votos de electores que en las anteriores elecciones generales (2011) votaron tanto al Partido Conservador como a los Neodemócratas, partido de izquierda, lo que se explicaría por ser percibido como un partido con propuestas regeneradoras de la vida pública. El PQ también ha cedido votos en favor del progresista Québec Solidaire (3 diputados y 7,6% de los votos, un escaño más que en 2012). Los verdes y otras pequeñas fuerzas nacionalistas quedan fuera de la Asamblea una vez más, castigados por el sistema electoral mayoritario con distritos uninominales, propio de Québec, como del resto de Canadá, siguiendo la tradición anglosajona, que favorece, por otra parte, la cercanía entre elector y elegido.
Analicemos lo ocurrido, las causas y los efectos de los resultados electorales.
De entrada, la campaña electoral ha sido decisiva para el resultado final, hasta el punto de dar la vuelta a los resultados previstos por las encuestas hace solo un mes. La hasta ahora primera ministra anticipó la convocatoria electoral para obtener una mayoría absoluta en la Asamblea que le permitiera gobernar cómodamente. Sin embargo, durante la campaña cambió el escenario a partir de la designación del conocido empresario de las comunicaciones, Pierre Karl Péladeau, como candidato pequista, el cual en sus primeras declaraciones a los medios se manifestaba a favor de que “Québec sea un país” y de su soberanía. Desde aquel momento el PQ empezó a bajar en los sondeos. Los dos debates entre los líderes de las fuerzas parlamentarias tuvieron también gran relevancia: fueron ganados, el primero, por el líder liberal y, el segundo, por el de la CAQ, lo que se tradujo en una tendencia al alza de sus respectivas formaciones. Por último, el PQ tampoco ha sabido aprovechar su propuesta de Carta de los valores, la cual ha generado un fuerte rechazo entre grupos religiosos y minorías étnicas.
La cuestión de la convocatoria de un tercer referéndum sobre la soberanía de Québec ha ocupado un papel destacado. Ninguno de los grandes grupos lo había incluido en su programa electoral. De hecho, el PQ se había limitado a prometer un “white paper” sobre el futuro de Québec. Liberales y la CAQ aprovecharon las declaraciones de Péladeau y, en el primer debate, interrogaron a la primera ministra Marois sobre el tema, denunciando la ambigüedad del PQ y alertando del riesgo de la convocatoria de un nuevo referéndum en caso de mayoría absoluta del PQ. Al día siguiente, Marois se vio obligada a declarar que solo convocaría el referéndum si lo deseaban los ciudadanos y que lo importante no era la consulta popular sino las opciones del gobierno. La oposición cerrada al referéndum tanto del Partido liberal como de la CAQ situaba al PQ en una situación comprometida, ya que, según los sondeos publicados, casi dos tercios de los quebequeses, incluido un 20% de electores soberanistas, rechazan la convocatoria de una consulta popular en la legislatura que ahora empieza, porque la perciben como un elementos de tensión en la sociedad. Según el editorialista B. Descôteaux, en Le Devoir de fecha 8 de abril, los liberales “transformant l’élection en un référendum sur le référendum”. O lo que es lo mismo, han convertido las elecciones de 2014 en plebiscitarias en contra del referéndum y, a la vista de los resultados, con éxito por su parte.
El Partido liberal vuelve al poder tras solo dieciocho meses en la oposición, tras haber cambiado de liderazgo, pero con un discurso político sin apenas novedades. Desde 2003 había estado 9 años ininterrumpidos al frente del gobierno quebequés, del que salieron seguramente más por algunos casos de corrupción en los que dirigentes del partido se vieron implicados, que por rechazo popular a su acción de gobierno. El lema electoral, en esta ocasión, incluía la referencia a “les vrais affaires”, con lo que se pretendía poner el foco en aspectos de gestión ordinaria frente a cuestiones identitarias, hablando al mismo tiempo de “Together”, todos juntos. Sin embargo, de forma aparentemente paradójica, tal y como se ha visto, este partido ha jugado fuerte la carta de la amenaza del referéndum. Esto ha permitido esconder las carencias y hasta contradicciones del programa y del discurso político liberal. Ahora, en el gobierno tendrán que definir las políticas a llevar a cabo.
Los resultados electorales confirman cambios de tendencia en el electorado de Québec. Si se analizan los resultados electorales de la última década, posteriores a la ley de la claridad de 2000, se advierte que tanto el PQ en las elecciones provinciales como su hermano, el Bloc Québécois (BQ) en las elecciones generales, han sufrido una erosión electoral notable (el BQ en 2011 alcanzó el 23% de votos en Québec). Ello se ha traducido en la aparición de nuevos partidos, a derecha e izquierda, que capitalizan el descontento social y reflejan e impulsan cambios de prioridades en la agenda política. Se han empezado a escuchar voces reclamando una reflexión y cambios en la estrategia del PQ.
Finalmente, desde el punto de vista de la atención a los temas constitucionales en los programas y en la campaña electoral, todo parece indicar que han quedado relegados a un segundo plano y también con un tratamiento ambiguo. Los soberanistas no han ido mucho más allá del libro blanco sobre la soberanía, los liberales han insistido en que tratarán de convencer a los liberales federales de que se incluya el carácter diferencial de Québec en la Constitución de Canadá, y de obtener una mejor financiación para la sanidad, y la CAQ ha optado por una vía intermedia, sin compromisos claros y novedosos en este punto.
Habrá que seguir a partir de ahora cuáles son las verdaderas prioridades del nuevo gobierno liberal. Se ha de publicar en los próximos días el informe de una comisión sobre casos de corrupción en la anterior Administración liberal y se verá cómo afecta ello al nuevo gobierno. También se tendrán que examinar las relaciones entre el gobierno liberal de Québec y el gobierno conservador federal del primer ministro Harper. En este momento están sobre la mesa cuestiones importantes como la reforma constitucional del Senado, cambios en la ley electoral y la designación de un juez procedente de Québec como miembro del Tribunal Supremo, tras el varapalo sufrido por el gobierno conservador al rechazar el Tribunal Supremo el nombramiento del juez Nadon, por no cumplir con los requisitos exigidos por la ley. Además subsisten cuestiones casi permanentes en el debate político y jurídico de Canadá, como las relaciones intergubernamentales con Ottawa y las demás provincias, y la participación de Québec en programas financiados federales. Tradicionalmente ha sido en los momentos de gobiernos liberales en Québec y conservadores en Canadá cuando más se ha avanzado en la búsqueda de soluciones políticas y jurídicas a las generalmente complicadas relaciones entre Québec y el resto de Canadá. Veremos si el que ahora empieza es uno de estos momentos.
Josep Mª Castellà Andreu
Profesor titular de derecho constitucional, acreditado como catedrático de la Universitat de Barcelona
Me ha parecido muy interesante el análisis de las últimas elecciones en la “belle province”. A veces ocurre que una dirección desacertada de la campańa electoral da un giro inesperado a las proyecciones electorales. Hay una fragmentación grande de los partidos menores, pero el soberanismo ya en la anterior campańa dejó de ser una cuestión central. El partido Liberal ha sabido jugar la baza de partido inclusivo .
Clar. Senzill. Documentat. Interessant.