Cuarta revolución industrial y desafíos del gobierno – Julio González

La cuarta revolución industrial está aquí. Una revolución que está caracterizada por la digitalización, por la Inteligencia Artificial y aprendizaje de las máquinas. Vendrán cambios dramáticos en relación con la robótica, la impresión 3D, la nanotecnología y la biotecnología, ciencia de los materiales, por citar sólo algunos de los avances que se prevén. Una revolución que no sólo va a consistir en cambios tecnológicos sino que resultará relevante por su magnitud y por la velocidad a la que se va a desarrollar.

El Gobierno, los gobiernos, están en el centro de esta revolución. De entrada, porque serán responsables de que el acceso a la tecnología cree más ciudadanos incluidos en la sociedad global y sus beneficios. Asimismo, deberán ser conscientes del conflicto que siempre surge entre el favorecer el avance tecnológico o limitarlo y de las consecuencias que en todos los campos va a tener para el desarrollo normal de la acción de Gobierno.

Todo ello combinado con la realidad de la facilidad que tiene la deslocalización de actividades y de presencia virtual del individuo -a través de las VPN-, con lo que supone de limitación en su actividad de supervisión y el efecto negativo sobre la recaudación fiscal.

Algo que no se está analizando suficientemente en nuestro país a pesar de que lo tenemos encima. El contraste con el Informe de la Administración Obama en relación con el impacto de la Inteligencia Artificial es muy considerable.

Son cambios en regulación, en organización y con consecuencias en todos los ámbitos de la actividad pública. Aquí pretendo proporcionar algunos elementos que sirvan como ejemplo del cambio que tendrán que realizar los entes públicos:

  1. La tecnología derivada de la cuarta revolución industrial, de entrada, favorecerá el empoderamiento ciudadano lo que tendrá el efecto positivo de mejorar su participación en la vida pública.

Al mismo tiempo, si los gobiernos son capaces de incorporar esta revolución a su actuar diario, dispondrán de una gran capacidad de control sobre la vida ciudadana, que nos acerca peligrosamente al “Gran Hermano”. Un control de datos que puede tener muchas aplicaciones positivas, en relación con la movilidad urbana -y el aprovechamiento de la capacidad-, la seguridad de peatones y personas en las calles, la utilización de la energía, la reducción de la contaminación. Y pueden contribuir a un rediseño de las ciudades más adecuado.

  1. ¿Regulamos los algoritmos? La pregunta puede resultar extraña, dado que lo que planteo es regular una fórmula matemática. Pero un algoritmo será lo que, en el futuro, permita la conducción en los coches inteligentes que están haciendo en EE.UU. Se trata de unos algoritmos que dejarán sin sentido en pocos años las licencias de conducir que llevamos en nuestros bolsillos y que, por consiguiente, deberán cumplir con ciertos requisitos para garantizar un nivel adecuado de seguridad. Es una exigencia para su funcionamiento y que resultará relevante también para articular un adecuado régimen de protección de consumidores.

Regular los algoritmos es bastante más que decidir cómo se puede conducir el coche del futuro. Su regulación supone articular reglas básicas de planificación y control, de igual forma a que se hace en otros ámbitos de la ciencia y que reciben el examen de las Administraciones públicas, como en materia de construcción. Supone su monitorización para examinar, por ejemplo, aspectos de su estabilidad para prevenir daños y para examinar la funcionalidad que tienen y las que resultan necesarias. Y, en tercer lugar, nos lleva a un análisis retrospectivo de los desastres para evitarlos en el futuro, tal como se hace ahora, por ejemplo, después de los accidentes aeronáuticos.

La regulación de los algoritmos es, además, un ejemplo de cómo la actividad reguladora deberá pasar por el tamiz de la cuarta revolución industrial. Los relativamente largos procesos legislativos actuales deberán adaptarse para cumplir mejor su función. Agilidad para cumplir su función que requerirá personal más cualificado.

  1. Una de las características que tiene la cuarta revolución industrial es la utilización de medios de pago diferentes a los tradicionales, cuya característica es la descentralización. Medios de pago que nos conducen a dos tipos de problemas: la propia necesidad y efectos del dinero público, el que conocemos en la actualidad y que serán sustituidos, de nuevo, por algoritmos articulados a través de las blockchain. Aunque las blockchains constituyen un libro abierto en el que quedan registrados todas las actividades económicas que se hagan con ellos, no deja de caer fuera del poder estatal.

Los mecanismos tipo bitcoin que se están desarrollando pueden afectar muy considerablemente a los bancos centrales y, en particular, a uno de sus elementos básicos, la política monetaria.

Al mismo tiempo, la descentralización de los medios de pago obstaculizan la capacidad de las autoridades públicas en relación con el origen y destino del dinero. Provocan, además, dificultades en analizar la transcendencia fiscal de ciertas operaciones económicas, lo que ha hecho, por ejemplo, que en el Reino Unido se apruebe la Snooper Act cuya finalidad es, precisamente, hacer un examen indirecto en función de las transacciones económicas que se hagan a través de Internet. Asimismo, habrá que impulsar mecanismos cooperativos entre estados para garantizar al menos un flujo impositivo a través de los impuestos sobre transacciones.

  1. Las modalidades de trabajo están cambiando, impulsando las plataformas que desarrollan “economía bajo demanda”. Esto abre nuevas dificultades en relación con la articulación de los sistemas de protección social e incluso con la propia capacidad recaudatoria de los estados. Más aún, la introducción de mecanismos de inteligencia artificial y de toma de decisiones electrónicas nos conduce a una pérdida de empleos y a otras consecuencias en materia de responsabilidad.

En el ámbito de las relaciones de puestos de trabajo de las Administraciones Públicas, por el contrario, exigirá la incorporación de personas adaptadas a estas nuevas tecnologías, algo que se impulsará por las actuaciones realizadas en el marco de la Administración electrónica.

Estas economías bajo demanda están cuestionando algunas regulaciones tradicionales, como la del taxi a través de Über. Regulación que está planteando, por un lado, el propio concepto de empresa -¿no es Über una gran empresa de transportes sin coches?-, está conduciendo a una situación anticompetitiva y está provocando una gran revolución como consecuencia de los nuevos estándares de calidad.

No se debe pensar que la cuarta revolución industrial afectará únicamente a trabajos que no estén altamente cualificados, sino que los de “cuello blanco” verán incrementada la presencia de la Inteligencia Artificial en ciertos ámbitos, como podría ser la auditoría.

  1. Las impresoras 3D que empiezan a verse proporcionarán cambios revolucionarios en la producción de bienes; con consecuencias que tendrán efectos diversos sobre el trabajo, la salud y el medio ambiente. Y al mismo tiempo, dificultarán la seguridad y pondrán en tela de juicio aspectos que tenemos muy interiorizados, como es el control de las armas de fuego, ya que en un periodo no demasiado largo de tiempo permitirán la creación de armas de un solo uso.
  1. El manejo de los datos personales también incrementará su problemática. El mercado global de datos personales. Fijémonos un poco en lo que en este momento es capaz de hacer cualquiera de los grandes propietarios de nubes para el almacenamiento de información (sí, esa que transmitimos con nuestros correos electrónicos o paseando con nuestro smartphone). No sólo es capaz de reconocer imágenes y sonidos, no sólo es capaz de determinar las IP desde las que navegamos, sino que puede entrar dentro de lo que se denomina el deep learninga través del cual puede interpretar los requerimientos de los seres humanos para adaptarse a ellos.

Todas ellas se encuentran en Utah o Nevada y permite a los operadores obtener pingües beneficios por la cesión gratuita de datos que hacemos a diario. Todo ello en un contexto en el que aquél país se parece cada vez más claramente a lo que señaló Tzodorov: “My name is America and I’m a dataholic”.

En Francia, por el contrario, se está empezando a desarrollar un debate público en relación con esta cuestión, aunque se quede en la cuestión fiscal. Se ha hablado, de este modo, de arbitrar un mecanismo de cobro de impuestos por el beneficio obtenido por el “trabajo” gratuito de los internautas.

Estos son unos primeros aspectos que se pueden señalar sobre el impacto de la cuarta revolución industrial en el desarrollo de la actividad de gobierno. Hay otros elementos que habrían de analizarse, como es su vinculación con la seguridad en sentido amplio. En próximas entregas veremos algunos exponentes.

 

Julio González
Catedràtic de dret administratiu a la Universitat Complutense de Madrid

 

 

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